Este libro propone un mensaje de esperanza. Los discursos catastrofistas son contraproductivos y nos llevan al inmovilismo, cuando no a la sumisión a políticas autoritarias. Si queremos vivir en un mundo mejor, debemos ser conscientes de los progresos que hemos conseguido y tender a inspirar más que a acusar. Así es el optirealismo al que nos invita este libro.