El Pirineo es uno de los últimos refugios para muchas especies vegetales, de flora y fauna, que en otros tiempos habitaban en territorios mucho más amplios. Es un templo de biodiversidad que se debe trabajar para conservarlo. La declaración de amplios territorios del Pirineo como espacios naturales protegidos favorece que la degradación a la que estamos asistiendo, ya sea por procesos naturales o humanos, se ralentice o modere.